Farmacia de interés público y social

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De vez en cuando aparecen voces que defienden un modelo de farmacia 100% público…

Cuando leo los argumentos esgrimidos siempre me entra la duda de si:

A) responden a intereses no confesados.

B) o simplemente responden a la ignorancia de sus autores o a un análisis extremadamente simplista de la cuestión.

¿Quieres saber mi opinión?

En el primer caso, nada que objetar (ellos sabrán por qué lo dicen).

Salvo por la irresponsabilidad de pretender minar la confianza en un sistema a todas luces mejorable –como todo–, pero que funciona.

En el segundo caso, mi intención aquí es contribuir con algunos argumentos que avalan el evidente interés público y social de la farmacia comunitaria.

Según datos recientes del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, en la actualidad trabajan en la red de 22.000 farmacias comunitarias españolas más de 55.000 farmacéuticos (72% mujeres), siendo de largo el ejercicio profesional preferido por la mayoría de los egresados en farmacia.

En España existe una farmacia por cada 2.135 habitantes, repartidas de manera homogénea por todo el territorio. El 99% de la población española dispone de una farmacia en su propio municipio, garantizando el acceso a este servicio en condiciones de igualdad, independientemente de que se resida en el centro de una gran ciudad, en su periferia o en la zona más rural.

En una farmacia no sólo se dispensan medicamentos.

Una farmacia comunitaria es sobre todo una puerta de entrada al sistema de salud.

El profesional sanitario más accesible y que ofrece un servicio comunitario esencial (y esencialmente gratuito): una primera valoración del problema de salud para asesorar sobre cuál de las siguientes opciones procede:

  • Asistir a urgencias

  • Pedir cita en atención primaria, especializada u otros servicios

  • Seguir un tratamiento farmacológico sin receta

  • Adoptar alguna medida de carácter higiénico-dietético

Farmacia como activo de salud

Una farmacia es un activo en salud comunitaria. Ejerce este papel a través de, como mínimo, tres ejes fundamentales:

  1. Todos los servicios que se ofrecen alrededor del medicamento (que podríamos agrupar bajo el término atención farmacéutica) y donde tanto se podría todavía avanzar.

  2. La dispensación y elaboración de medicamentos personalizados (formulación magistral).

  3. El rol de la farmacia como “catalizador” en procesos de salud comunitaria.

La farmacia comunitaria es clave, por tanto, en la atención primaria a nivel local, en todos los barrios: una puerta de entrada a la salud en el corazón de la ciudad.

A pesar de ello, el papel de las farmacias como agentes promotores de la salud no se reconoce ni promueve suficientemente.

Podemos decir que la farmacia comunitaria sigue siendo un recurso efectivamente infrautilizado dentro del organigrama de la salud pública.

La voluntad y compromiso de los farmacéuticos para participar en la salud comunitaria está más que demostrada y sería factible avanzar en este camino a través de la concertación de servicios. Como se está haciendo en otros ámbitos con mucho éxito.

Desde luego, el coste de producción de estos servicios (a través de la concertación con una red de farmacias ya implantada, eficiente y comprometida) sería indudablemente más eficiente que cualquier otra opción que se pudiera plantear.

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DIEGO MARRO

Titular de Farmacia Marro y director del laboratorio cosmético Marro Fórmulas Originales. Programa de Dirección General del IESE.

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